Bienvenida a la Tierra (Andrew)

La confortadora soltó con dulzura mi brazo en la estación de tren, como había repetido miles de veces. En mis manos descansaban unos papelitos de color verde que mi cerebro identificaba como plata. Acarició mi brazo, cubierto de un suéter de textura afelpada y color oscuro. Una blanca cubria la parte inferior de mi cuerpo. La nueva movilidad de mi cuello me permitía ver mis ondas castañas casi hasta los hombros.

-Calma, Senda Arcoiris-dijo en voz muy baja-O debería decir Solange. Ese es tu nombre ahora-sonrió amable-La Tierra es un planeta muy peligroso, pero cuando te acostumbres, que será pronto, será una experiencia inolvidable. Solo recuerda no decirle a ningun humano tu condición, aunque seguro por ahí encontrarás alguna alma- Tu vivienda no está muy lejos, está justo saliendo de la estación Chicago. aqui la dirección.-me mostró un papel "Avenida Kenisnton #401, piso 1"

Asentí con la cabeza. Lamentablemente, a la evocación de la palabra Chicago mi cuerpo solo me proporcionó la imagen de una tienda de víveres con ese nombre, en el centro de Madrid. Sabía que en mi bolso portaba un mapa de esta región , pero aun asi me asustaba. Solo llevaba algunas horas de haber sido insertada.

-Hasta luego, Solange-se despidió para meterse a uno de esos trenes, en dirección opuesta. Me quede paralizada en medio de tanto gentío, intenté acercarme a unas máquinas que absorbían los billetes de otras personas, pero al colocar los mios me los devolvoa. Gilipolleces, pensé con una palabra equivalente a mi queja en mi cerebro.

Luego de haber acompañado a mi tío a tomar su tren, ya que debía ir en un viaje de trabajo hacia una ciudad cuyo nombre no recuerdo ahora, sólo sé que mi tía no se sentía bien y me arrastraron, metafóricamente hablando, claro, hasta aquí. Estar en una estación de trenes no me molestaba para nada, y mucho menos el hecho de que esté lleno de gente, mi problema es que no podía caminar con facilidad, ya que todos se movían muy lento. Ni bien el tren partió, lo único que quería era irme de allí e ir a tomar un café, sólo o con quien sea, pero necesitaba cafeína en mi cuerpo, era demasiado temprano, el reloj casi marcaba las 9:00 am. y el sueño me ganaba.
Mientras caminaba, a paso lento y cortado, alcancé a ver a una chica, de cabello largo y algo claro intentado colocar dinero en una máquina traga boletos... Me resultó extraño. Me acerqué hacia ella, por si estuviese desorientada, y toqué suavemente su hombro.
-Disculpa... ¿Qué haces? -pregunté un poco alto, ya que con tanto murmullo al rededor, provocado por las personas que pasaban y hablaban entre ellas sobre temas que no me incumbían.

La maquina se negaba a aceptar mi dinero, y frustrada me sobresalteé al sentir una mano en mi hombre, asi que mi cuerpo cuyos recuerdos aun lo hacian sentirse tenso voltearon en respuesta y abri los ojos como platos, aunque tarde poco en relajarme. Senti la repentina necesidad de estirar por las mangas mi sueter negro, y cuando lo hice me senti reconfortada. Uf, este cuerpo venia con manias incluidas, manias que en este planeta y en todos lo del universo y más alla, de cualquier manera odiaba.

-Eh.....no sé-fue lo primero que conteste. Tenia ropas que correspondian a la indumentaria masculina, similar a la que traian los otros hombres entremezclados en el gentio y traia una expresión quizás demasiado extrañada. Creo que este no fue un buen comienzo.

-Esque..soy extranjera. No entiendo bien-murmuré un poco confundida. Mire al suelo rápidamente mientras pensaba y le devolvi la mirada en`petición-¿Me ayudas?-le pregunté, pero me di cuenta de que a mi frase le faltaba cortesía-Por favor.....-Creo que pensará que estoy loca.

La forma en que me vió, debo admitir me asustó un poco, pero ella también parecía algo... asustada, así que intenté infundirle tranquilidad con la mirada.
Cuando dijo que no sabía lo que hacía, al comienzo me pareció algo gracioso, por el hecho de que creí que era una broma, pero al ver que su rostro no mostraba señal de ello, noté que hablaba en serio.
-Pero... ¿Qué quieres hacer? -pregunté ante su pedido de ayuda- ¿A dónde quieres ir?... Porque si eres extranjera supongo que acabas de llegar -fruncí el ceño en gesto de duda- ¿No es así?